domingo, 5 de diciembre de 2010

5 de Diciembre

Diciembre es otro de los meses con encanto. Primero me gusta porque acaba con Noviembre, al que, sin ofender a nadie, le tengo mucha rabia; también porque casi siempre la nieve aparece por la ventana, y porque a pesar de que me gusta el frío, entrar en casa se convierte en una delicia -no digamos ya si volvemos al pueblo a disfrutar del calor de la lumbre-. Diciembre es especial por muchos motivos más.
Este año sumo y sigo, con un un 5 de Diciembre emocionante y cargado de ilusión (y esperanza).

5 Diciembre 2010 - Puerto de Herrera


lunes, 29 de noviembre de 2010

Nunca es tarde...

... para disfrutar de unas vacaciones; no sé si merecidas, pero sí muy deseadas.

Quizá nos hayamos desviado un poco del objetivo principal, que era descansar, y en vez de gastar nuestro tiempo aquí                                                                                                 o aquí,
finalmente hemos paseado por todos estos sitios:

Dos vueltas completas a la isla dan para esto y mucho más. En la parte lúdica, el parque acuático fue de lo más divertido (y nosotros peor que los niños):


Si es que ya se sabe, que la cabra tira al monte. Otra vez será lo de meter horas en la playa.
Pero vuelvo con las pilas cargadas, para afrontar el último mes del 2010.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Entretenida cuando menos

Esta semana he encontrado una solución fácil para combatir la ausencia de vida social y el exceso de comeduras de tarro (ante la imposibilidad de que se anulen entre ellas): se llama "notenertiemponiderespirar". Y consiste, como su propio nombre indica, en estar muy ocupado con cursos, preparativos, y otros flecos sueltos que rematar.


Todo muy interesante lo de esta semana. Ese 2 que se ve ahí continúa hasta el 7, y espero seguir igual de interesada los seis meses que me quedan con la Enfermería Familiar.
Por otro lado, la semana que viene espero que sea igual de efectiva pero con la dedicación contraria, es decir, tirada a la bartola, aún no sé si en la playa o en la montaña, y disfrutando de la tecnología recién llegada.


Bueno, algo de estudio también tocará. Esta vez serán conceptos básicos, para ver si en el futuro consigo evitar este desastre de instantáneas, y para sacarle rendimiento a la maquinita nueva. Pero tengo lo necesario:


viernes, 15 de octubre de 2010

Trampas

He decidido añadir unas cuantas entradas para rellenar el vacío que he creado sin darme cuenta estos últimos meses. Como podéis ver son del blog que tenía en el Espacio de Windows Live. Ese espacio va a desaparecer en unos meses, y me apetecía rescatar algunas entradas, para no perderlas de vista. Al releerlas, veo que unas cuantas ya no tienen mucho sentido, pero lo tuvieron en su momento, por eso las traigo aquí. Otras incumplen las reglas que me propuse al iniciar este blog, porque éste es público y el anterior no lo era, pero si intento modificarlas para que se ajusten a las normas las voy a destripar, así que me permitiré estas pequeñas licencias. Los comentarios no los puedo migrar, es una pena. Al final de cada entrada he puesto la fecha original en que fueron publicadas.

Espero que sirva como pequeña trampa de actualización del blog, mientras intento acabar con la sequía mental que azota mi cerebro. Seguro que en poco tiempo acabo con el moscardón que me impide pensar claro esta vez, y puedo volver a imaginar, construir historias, eso que me resulta ahora tan complicado.

(Aprovecho para dar las gracias a Israel, a mi madre y a mi tía "Las Chavalucas", a la pediatra más insistente, y a mi amiga adicta a las cajas, por dar más manotazos que yo para espantar al moscardón, por no cansarse nunca de preguntar ¿qué tal?, por hacer los kilómetros necesarios para dar un abrazo)

Paraíso cercano

Aquí vinimos a descansar. A tostarnos en esta playa paradisíaca, bañarnos en aguas cristalinas y tomar piña colada, como vimos hacer a los famosos. Nos lo merecemos después de matarnos a trabajar toda la vida por cuatro perras.
Pero ahora me acuerdo del pueblo, y del monte; seguro que ya ha nevado. Echo de menos la partida de mus. Hasta me acuerdo de las ovejas, con lo que he renegado de ellas. Para colmo, a Carmina le sienta mal el sol.
Ella me mira seria, pero no dice nada. No. No fue muy buena idea atracar la sucursal del pueblo.

Semana 16 del concurso de Relatos en Cadena. CADENA SER - ESCUELA DE ESCRITORES

*Publicado originalmente el 4 de Febrero de 2010, en el espacio Elena y el Trueno*

De festival

Este año sí. No es que otros no, pero este año para mí ha sido casi perfecto. Y es que cada vez me gusta más el Festival de Ebrovisión. Me siento a veces como un poco intrusa, porque el festival está repleto de gente que conforma una tribu a la que no pertenezco, pero cada vez menos, y además hay que reconocer que allí también hay muchos más que no pegan ni con cola, pero que van a pasárselo bien y disfrutar del ambientazo que se vive durante casi cuatro días ya.

Me encantan los gafaspasta, tengan o no cristal, los raritos del flequillo, las chicas con pichi sin dar la sensación de que son escolares, los jerseys de rombos, las chapas, no sé, todo, y encima de mil colores.

Y por supuesto, la música. Ya sabéis que es uno de los motores del mundo. Como no soy auténtica, voy conociendo los grupos por culpa del festival, y por eso suelo llevar un retraso considerable, pero aún así hay muchos conciertos que resultan fascinantes. El directo siempre tiene lo suyo, y ver a más de 20 grupos por tan sólo 35€ es un regalo.

Casi siempre hay uno o dos conciertos que espero ansiosamente porque ya sé que me gustan, pero siempre suele suceder que hay otros, grupos desconocidos o conocidos sólo de oídas para mí que me sorprenden, bien porque el espectáculo que montan es impresionante o porque me encantan las canciones. También muchas veces un concierto resulta sublime por la entrega del público, generalmente correspondiendo a la entrega de los artistas, es mutuo.

La organización se supera año a año, van apareciendo citas nuevas, actividades, etc. Me han gustado mucho este año los conciertos del sábado a mediodía, la paella y la postpaella, a pesar de no estar en mi mejor estado de forma.

Ya sé que no voy a coincidir con casi nadie, y además no puedo explicar el porqué de muchos puestos (es lo que siento y punto), pero el ranking de este año lo sitúo más o menos así: Los primeros Sidonie (no sé, me parece que tocaron con muchas ganas, tal como son, aunque el último disco se vaya más al extremo que no me gusta), después Love of Lesbian (flipante, de verdad, ya tenemos los discos, esa voz siniestra pone los pelos de punta, uff), Arizona Baby (muy originales, me gustaron mucho), Vetusta Morla (me encanta el disco, aunque no se volcaran en exceso), y después, pues me pareció que sonaron bastante bien CatPeople y The Right Ons (aunque estos últimos les tengo en estima por el pañuelo que llevaba el cantante cuando les vimos en el Maqui).

Me imagino que queden cosas por mejorar, y de las que enumera la gente en el foro de Ebrovisión me quedo con lo de proporcionar más aseos, porque se quedan escasos aunque en general la peña es ordenada y rápida en la tarea.

Pues eso es todo. A pesar de la lluvia un fin de semana completo y muy entretenido, genial. Espero que siga mejorando cada año.

*Publicado originalmente el 24 de Septiembre de 2009, en el espacio Elena y el Trueno*

Esencial

Pasa el tiempo y aunque algunas cosas van cambiando hay otras que siguen igual que siempre. Y está bien que sea de esta forma, tener un punto de referencia al que mirar, que no se mueve, que te da la estabilidad que crees que desaparece cuando sopla marejada.

Así va pasando sucesivamente. Aunque parece que todo se va a dar vuelta de vez en cuando, algo acaba cambiando, el color, la forma, el lugar, pero la esencia permanece; al final lo importante sigue siendo lo mismo de siempre, los mismos de siempre.

Me encuentro con que este año (mi año va de septiembre a septiembre, y el de mucha gente más, pues es más natural que el año natural) han pasado muchas cosas, que bajo un punto de vista pueden considerarse importantes (casarse, acabar una carrera, vislumbrar por fin un trabajo digno, un sueldo digno), y no digo que no lo sean, pero por enormes que parezcan, yo sigo siendo la misma, no siento que nada haya cambiado. Y me gusta que sea así.

No he crecido, lo que sí sería trascendente, y sigo sin usar tacones. Tengo los mismos vicios, que son pocos pero me dan vida. Me emociono con las mismas cosas y me siguen reventando las mismas infamias. No me gusta detenerme mucho delante de los espejos por si un día descubro qué es lo que no encaja. Mi familia sigue siendo mi tesoro, y en este punto sólo puedo decir que he ganado (más familia). Me encanta el color rojo, y el azul, pero resulta que el que me sienta bien es el morado, que no me acaba de convencer y me parece agresivo.

Sigo teniendo los mismos amigos, los de verdad y los de mentira (todos insustituíbles), y los que se quedaron en el camino apenas duelen, aunque sí echo de menos a los hermanos de ojos verdes y a alguno de los locos albéitares. Me sacan de quicio las conversaciones huecas, me hacen sentir incómoda. Mantengo la aversión patológica hacia todos los fumadores (salvo honrosas excepciones). Tengo la mala costumbre de dejar todas las tareas pendientes para el final, y hacerlas al límite de tiempo, sólo por remolonear en tonterías. No me gusta, pero soy incapaz de cambiarlo.

Me encanta la cocina, aunque me entra el miedo escénico cuando no cocino para ti. Disfruto inventando sabores que a veces se desvanecen en segundos, y otras veces quedan en el fondo del cajón de las recetas secretas. Me gusta dormir con la persiana levantada, para guiñar los ojos cuando me da el sol en la cara y reírme de la mañana. Y dormir tocándonos sólo con un pie. Me gusta leer, lo que sea, pero no me suelo acordar de todo lo que intento aprender, por eso acostumbro a equivocarme siempre con las mismas cosas.

Me place hablar por teléfono, no por el aparato, sino porque me encanta hablar, saber y contar, y como las personas imprescindibles no están aquí, hablar por teléfono me hace sentirlas cerca. Me gustan además los silencios al teléfono, porque hacen que la conversación sea real, casi como en persona (casi). Me gusta llamar, y además que me llamen, porque ya sé que lo peor que les puede pasar a dos personas que se quieren es que pierdan el contacto.

Sigo enfadándome por las mismas tonterías, y me sigue deleitando comprobar que el hilo invisible que nos une continúa intacto. Que encuentro tus ojos entre la multitud y nos entendemos con un suspiro. Que nos mueven las mismas palabras, los mismos gestos, los mismos pensamientos. Me gustan las mañanas en que me arropas mientras yo susurro palabras sin sentido y me deslizo hasta el hueco que has dejado, en el que encajo como si fuera un abrazo.

Me irritan las relaciones superficiales y las personas ‘bienquedas’. Me desagrada hacer las cosas para halagar a alguien sin sentirlo, por compromiso. Por eso prefiero los detalles tontos que implican vínculo. Disfruto con la música, desde siempre, sólo por placer y además intentando significarla, aplicarla. Es uno de los motores de mi vida. Me gustan las noches de charlas y confesiones que acaban al amanecer, cuando ya nadie consigue mantener los ojos abiertos, y nadie es capaz de poner algo más de sí mismo en juego.

Adoro las tardes en las que no hacemos nada, y los lugares que encontramos por casualidad, que se acaban convirtiendo en parte de nosotros. Pienso todavía que los mejores planes son los que apenas se planean, los mejores discursos los que se improvisan, y la mejor palabra que puedes decir la que sientes de verdad, que sustituye a la más ostentosa y a la que el otro quiere oir. Me gusta el olor del mar, el de la hierba recién segada, el de la tierra mojada después de una tormenta, y me entretengo mirando cómo cambia la forma de las nubes, o buscando las constelaciones que no conozco en el cielo estrellado de verano.

A veces creo que nadie se da cuenta de lo que necesito a las personas (con mayúsculas, no a la gente), ni de que algunas me necesitan a mí, pero hay instantes en que se enciende una chispa que ilumina la realidad, y todo es claro, y todo se sabe sin que se diga nada. Esa magia también es un impulso vital. Me encantan los mensajes que se envían de madrugada, que en ocasiones te ponen en un aprieto, pero que acostumbran a ser clarividentes.

En definitiva, soy exactamente igual que hace un año. Quizá tengo alguna mancha más, alguna arruga en el cuerpo o en el alma, pero en esencia soy la misma, y los de alrededor también; por eso sé que no necesito ningún mapa para poder encontrar los rincones del mundo que me hacen ser feliz.


*Publicado originalmente el 24 de Junio de 2009, en el espacio Elena y el Trueno*

De bien nacidos...

Pasados ya unos cuantos días del maremoto de emociones sufrido (o más bien disfrutado) por la que suscribe, aún me resulta difícil concentrarme en las tareas diarias, pues continuamente me asaltan imágenes ante los ojos de los distintos momentos vividos, muy especiales para mí.

Para l@s que no se hayan dado cuenta, tanto el día de la boda como el anterior fueron casi gloriosos para mí. Con esto quiero decir que lo pasé genial, como nunca hubiera pensado que lo puede pasar alguien en su propio jolgorio. Y tengo que decir también que se me han acabado los calificativos para describir el viaje por Argentina (hay que decir miniviaje, dado lo poco recorrido en relación a la extensión total del país). Simplemente espectacular.

Llegados a este punto en el que ya estoy pisando de nuevo la realidad, aunque sólo sea con un pie, lo que me pide el cuerpo es agradecer a todo el mundo la presencia en los acontecimientos, las muestras de cariño, los “homenajes”, la ayuda en la organización, las sopresas, y en fin, mil cosas más que nos han hecho, tanto a Israel como a mí, sentirnos especialmente unidos a vosotr@s.

Me gustaría dar las gracias a mis padres, por ser comprensivos, por aportarnos tantas ideas durante la preparación, por dejarnos hacer aquello que nos apetecía y compartirlo con tantas ganas con nosotros. También muchas gracias a los padres de Israel, que a pesar de lo “atrevido” del asunto han puesto toda la ilusión del mundo y nos han animado.

Y de forma especial quiero agradecer a Leyre y a Pablo su actitud y su complacencia, porque con esas dotes para las relaciones sociales que tienen y que tanto envidio, resultaron ser la clave para la unión de muchos más, y ayudaron enormemente a que cada uno encontrara su lugar en el jolgorio.

Por último, no me quiero olvidar de Luis y del resto del personal de La Tasca Camesa, que al fin y al cabo fueron los que pusieron el esfuerzo para que la primera boda que celebraban les saliera de sobresaliente (a gusto de los contratantes, claro está, que las opiniones ya sé que son diversas, obviamente) con respecto a lo que habíamos pensado.
Como en todas las reuniones, siempre hay algun@ que se siente más en concordancia, mas cómplice del momento, y otr@s que vuelan más bajo ese día, por lo que sea. La lista de l@s que andaban por las nubes aquella noche se me hace bastante larga, y se me ocurren representantes estrellas de todos los grupos: tíos, primos, amigas, amigos, abuelos, primas, cuñados… mayores y pequeños, en definitiva. Y me incluyo yo misma, que milagrosamente se me secaron los lacrimales durante todo el día. Ya tuve tiempo de emocionarme los 15 días siguientes.

Entre este grupo de destacados, y además mucho más discretamente que otr@s (será porque esta vez no inventó ningún baile), encontramos a Diego, que fue también esa persona que hizo de nexo de unión entre familias, entre grupos de amigos, y que acabó conociendo a más gente casi que yo misma, y metiéndoselos en el bolsillo. También mi agradecimiento para él por la complicidad, la de siempre y la de ahora (y por mi regalo de cumpleaños, que ha sido el más bonito que he recibido nunca).

En fin, que cada un@ de los que estuvisteis allí contribuisteis a que fuera un día especial, y en cierto modo, también un día más, pues al fin y al cabo, estábamos “l@s de toda la vida”, con alguna que otra ausencia, tod@s las personas importantes de nuestras vidas.
Podría pasar tanto tiempo recordando tan pocas horas, que parece que lo haya vivido todo acelerado y en vez de 12 horas hubieran sido 3 días de celebración. Pero ya sabéis, queda el momento de la firma formal, así que ya lo repetiremos.

Muchos besos a tod@s.

*Publicado originalmente el 8 de Mayo de 2009, en el espacio Elena y el Trueno*

Eterna Carmen

Él, lleno de ardor y desprecio, pensaba en el final. Como no podía mover ni un solo músculo, pasaba esos días relamiéndose con la escena que había preparado. Su hermano, más solícito que nunca, revoloteaba sin descanso, le sonreía, le plantaba besos intangibles en la mejilla. A veces susurraba números y cábalas. Pero él sólo veía una imagen: la fiesta municipal, y su hermano en aquella esquina oscura con Carmen, su eterna Carmen.
Regalaría con gusto el pase al paraíso por poder ver su cara ante el fastuoso funeral, con la caballería, el orfeón y el horripilante ataúd de marfil blanco y diamantes incrustados que decían: me lo gasté todo.

Semana 19 del concurso de relatos en cadena. Escuela de Escritores - Cadena SER

*Publicado originalmente el 12 de Febrero de 2009, en el espacio Elena y el Trueno*

SIngenio

Para los que les gusten los juegos de ingenio, y que tengan un poco de paciencia (que a mí me falta en algún momento), les propongo este juego que he descubierto a través de unos paisanos. En cada nivel hay que resolver un enigma, encontrar pistas que te lleven a la respuesta, resolver rompecabezas, etc. Yo estoy un poco enganchada, y eso que llevo unos 15 días y sólo voy por el nivel 6. Algunos niveles requieren tiempo de investigación. Creo que hay unos 100 niveles, aunque no están terminados de hacer.

Por cierto, hay un foro en el que se puede pedir ayuda. En algún nivel si no lees al menos lo que otros han preguntado no sabes por dónde empezar. Eso creo yo, que, repito, voy por el 6. No sé cómo irá después. Es necesario leer las instrucciones antes de empezar (son breves y concisas), para saber cómo responder.

Si en algún momento os cansáis del ProEvolution podéis probar, ya me contaréis. Suerte.


*Publicado originalmente el 13 de Noviembre de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

Reflejos dorados

La serpiente me quedó más gorda de lo previsto. Me fascinaba tanto dibujar escamas que me había excedido un poco, y eso me preocupaba, porque conocía la historia de otro niño al que no le entendían sus dibujos de serpientes. Pero estaba decidido a ganar el concurso de pintura de la clase, y por eso había suplicado en casa hasta que me compraron la pintura color oro, para darle brillo a mi dibujo de “Gema”, la boa del tío Jesús. Tan convencido estaba de que ganaría que aún no entiendo por qué la profesora echó mi dibujo al montón de descalificados mientras murmuraba con desdén: ¡dije animales de compañía!

Semana 8 del concurso de "Relatos en cadena". Cadena SER - Escuela de Escritores.

*Publicado originalmente el 6 de Noviembre de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

Prisionera

Suena el despertador. Con los ojos aún cerrados quiere pensar que lo ha soñado, que aún son las tres y quedan horas por dormir. Abre los ojos, mira el reloj y no quiere creerle. Se queda quieta por un momento, escuchando… no ha desaparecido. El nudo en el estómago sigue oprimiendo, como si deseara hacerse dueño de esa parte de su cuerpo y echarla a ella. Se levanta mecánicamente y aprieta la tecla del contestador. Tampoco ha llamado de madrugada. Se prepara una tostada y desayuna despacio, frente al teléfono, intentando hacerse un hueco en su propio estómago.

Cuando sale a la calle vuelve a ser un día gris bajo un sol radiante, pero ella ya no lo nota. El nudo va creciendo, lo sabe, y se le hace más difícil que ayer oponer resistencia.

Al volver a casa escucha los mensajes del contestador. No ha llamado. Intenta comer algo, sentada junto a teléfono, para ver si así consigue echar dos o tres miedos de su tripa; pero están tan aferrados que no hay manera. Cuando despierta de la siesta, con el teléfono entre los brazos, no queda nada de su víscera. ¿Por qué no llama? ¡Tiene que saberlo!

Pasa toda la tarde y ni un solo ruido rompe el silencio que se cierne sobre ella. No distingue si es el estómago el que empuja hacia afuera, o el silencio el que aprieta hacia adentro. No aguanta más. Y no ha llamado. De nuevo tendrá que tomar las condenadas pastillas para deshacer el nudo.


*Publicado originalmente el 9 de Octubre de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

Para todos los públicos


Pues eso, que se lo recomiendo a todo el mundo. El musical "Hoy no me puedo levantar" es un espectáculo de casi cuatro horas de duración que se pasan en un suspiro. Luz, color, música, y muchas muchas emociones. Y es que cuando lo ves te das cuenta de que las canciones de Mecano bien sirven para componer el argumento de una historia, o de miles de ellas, por su originalidad y su versatilidad.

Las canciones de Mecano componen una parte de la banda sonora de mi vida, y seguro que de la de la mayoría de los españoles. Quien más quien menos sabe de memoria la mayoría de los estribillos, si no las canciones completas. Y este musical es una oportunidad perfecta para recordarlas, tararearlas o cantarlas a voz en grito haciendo los coros a los actores, que a pesar de llevar no sé cuántos años interpretando el mismo musical cada fin de semana parece que no se aburren, y le ponen todas las ganas.

En definitiva, si tenéis la oportunidad de verlo, no lo dudéis, no os va a decepcionar. Y así no seré la única incapaz de sacarme las canciones de la cabeza, que ya han pasado dos días...

♫♪ Era rusa y se llamaba Laika ♪ ♫ ♪...

*Publicado originalmente el 5 de Octubre de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

Desidia

Después de un fin de semana hueco, ya veía que se acercaba una semana de desidia. Tampoco es peligroso, siempre que no se alargue más de lo debido, y seguro que no, pues ésta es ya la última semana de inactividad reflexiva. Por fin empieza la agenda apretada y la falta de tiempo para pensar, que estoy convencida que echaré en falta en cuatro días, pero en principio me va a relajar.

Y es que estoy condenada a vivir en un ascensor que no sabe parar. Cuando estoy en un momento en el que nada podría ir mejor, hay un cortocircuito en el sistema nervioso de mi cabeza, en mi cascada hormonal o vete a saber dónde y el ascensor empieza a bajar. Las causas del cortocircuito son desconocidas muchas veces, insignificantes otras muchas, y la mayoría de las veces, inexistentes. A lo mejor algo de culpa la tienen los genes. O mi incapacidad para subirme a unos zapatos de tacón. Esta semana igual la culpable es esta maldita ciudad, empeñada en una fiesta que no me pertenece.

Lo bueno de que sea un ciclo es que después de tanto tiempo ya sé que no hace falta desanimarse más de la cuenta, pues todo lo que baja, sube, y así ha sido desde que tengo uso de razón. Lo malo es que una es plenamente consciente de que está abatida, (el saber que es sin razón empeora el panorama), pero cuando la situación es al revés, de felicidad radiante, es más difícil darse cuenta. Me gustaría pensar que el no ser consciente de que se está feliz no impide aprovechar esos momentos al máximo, aunque tengo mis dudas.
Quizá el secreto resida en esto. Estoy feliz muchas veces, y unas pocas no lo estoy. Pero yo SOY feliz en general, ¿no? A pesar de estos momentos, juraría que soy feliz. (RAE- Felicidad: Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. Sí, soy feliz) Por otra parte, debería escudriñar entre cada día y cada noche para descubrir los momentos de placidez y no dejarlos escapar hasta haberles sorbido todo el jugo, y que caigan exhaustos, y yo con ellos.

De todas formas me inquieta lo poco que controlo mi ánimo; ¿por qué una pequeña desilusión puede matar la semana completa? Tampoco he descubierto nada nuevo... sólo que somos tan distintos... tal vez la otra parte del secreto sea dejar de intentar dar sentido a lo que no entiendo.

Espero desde el primer piso (el sótano lo dejé abajo antes de ayer) a que este cacharro suba, cuanto más deprisa mejor. Mientras tanto, debo agradecer el entusiasmo de la única persona infalible que conozco (por el momento), mi gran amigo, especialista en descubrirme la nube gris entre todos los nubarrones negros que amenazan tormenta, el experto en pulsar el botón que nos envía al último piso del rascacielos. Gracias, Israel.


*Publicado originalmente el 24 de Septiembre de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

Soplos de realidad

No sé quién eres, pero te conozco. Ahora tu mundo es el mío; el que te inventas cada día, y el que no. Todo lo que haces lo hago yo por ti.

Cuando estás contenta, soy yo la que está feliz, la que mira con optimismo hacia adelante. Cuando tienes uno de esos días en que todo sale mal, es mi almohada la que se llena de lágrimas, de mordiscos que ahogan gritos, de rabia, de desesperación. Ahora yo soy tú, sin querer, soy yo la que juega con las letras formando palabras, la que juega con las palabras y escribe tan bonito. Cuando es el cumpleaños de tu abuela, es la mía la que sopla las velas, o mejor aún, tu abuela es mi abuela. Tengo reuniones de amigas que celebran ser amigas. Tengo un desamor triste que me enseña a salvar cada obstáculo que encuentro. Tengo excursiones, reflexiones, música, fotografías, historias, números, estudios, viajes y familia en el extranjero, que me quiere y me echa de menos. Porque yo soy tú. Y me voy a poner la peluca pelirroja para salir a buscarte/me, para escuchar algo de música en el sitio de siempre.

No sé quién eres, pero te leo. Y ese es tu/mi soplo de vida.

*Publicado originalmente el 17 de Septiembre de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

De vez en cuando la vida...

No sé si Carmen Posadas ha leído la última entrada de este blog o simplemente se ha dado cuenta a la vez que yo de que el feminismo aburre. Ya sé cómo es un artículo en el que Carmen Posadas cuenta lo mucho que le gustan los hombres. Ya no me resulta imposible imaginarlo. Si queréis leerlo, viene a decir algo parecido a lo que quería expresar yo en el post anterior, pero con mejor pluma:

*Publicado originalmente el 7 de Julio de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

Miradas

Domingo por la tarde. Estoy ojeando el periódico, procurando pasar esas páginas que nadie lee sin leerlas yo, pero tampoco hoy lo consigo. Llego a la contraportada: entrevista a David Cantero, expresentador de telediario; tampoco cuenta nada del otro mundo, pero le preguntan que si le pesa el aire ese a Richard Gere, de maduro interesante, y me doy cuenta de que no me había dado ni cuenta, a pesar de que me cae bien el tipo. De pronto veo la frase. “Me encanta mirar a través de los ojos de las mujeres”. No sé dónde ni cuándo, ni en boca de quién, pero esa frase la he oído cien veces.

Sigo ojeando, ahora un suplemento dominical atrasado, y leo una columna firmada por Carmen Posadas, tan lista, tan curiosa, tan amena, hablando de no sé qué que observa con su mirada de mujer, como siempre, dibujando con trazo firme y preciso de mujer las emociones ocultas que muchas veces no descubrimos bajo el manto de la cotidianidad. Y me pregunto cómo sería un artículo en el que Carmen contara lo mucho que le gusta mirar a través de los ojos de los hombres. Y casi me resulta imposible imaginarlo.

He terminado otro curso más de estos que parecen interminables en mi vida; por bien que vayan siempre me espera otro más en Septiembre. Es una dedicación la mía casi secreta, ignorada, porque me equivoqué en la decisión o porque parece un capricho estúpido o porque, aquí sí acertaron en el diagnóstico, “estoy desincronizada”, y eso no mola. Pero le estoy sacando mucho jugo a las clases, al estudio, a la carrera en general, más seguramente que si tuviera 19 abriles en vez de 28 (uf!). Entre otras cosas interesantes tengo varias asignaturas sobre Psicología y Psicosociología. La verdad es que nunca me han apasionado esas materias, tampoco después de estudiarlas, pero no puedo dejar de reconocer que he aprendido un montón de conceptos sugestivos y me han ayudado a pensar mucho más y mejor, y a intuir la interpretación los pensamientos de los demás. Mi conclusión personal (totalmente personal y subjetiva) tras dos cursos es que la Psicología intenta explicar lo inexplicable, con lo cual, mal empieza. Parte de la base de que cada persona y su pensamiento es un mundo y luego intenta clasificarlos con reglas arbitrarias. Como cada persona es un mundo distinto, la clasificación nunca está bien hecha. O esa es mi percepción, simplista.

Vuelvo a la asignatura. Un concepto que me ha embaucado es el de la empatía. Ahora, después de estudiar tanto sobre ella, me resulta una palabra muy técnica, poco cercana. Pero me encanta lo que expresa. Es difícil de definir en pocas palabras, y menos hoy en día, que se escriben tratados inacabables sobre la empatía; aun así la definición que da la RAE es bastante buena: Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Y mejor en la edición actualizada: Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

Y aquí es donde se juntan mis dos reflexiones de hoy. Es muy bonito eso de la mirada de las mujeres sobre la vida, etc. Está muy bien el feminismo, la defensa de la igualdad de los derechos de mujeres y hombres, y el reconocimiento de los valores femeninos que tradicionalmente han sido denostados. Pero ahora parece que es la mirada de las mujeres la única válida, la única admirable, la única sincera y amable, la única emocional. Como decía, no me imagino a ninguna mujer, y menos a un hombre, diciendo que le encanta la forma de ver la vida de los hombres. Pues hoy lo voy a decir yo, con mi mente de mujer: Me encanta mirar a través de los ojos de los hombres (diré chicos a partir de ahora, que aún soy muy inocente).

Sí, lo he meditado mucho, y creo que es así. Los chicos piensan de forma más práctica, y parece que eso implica que piensan más en su favor olvidándose de los demás, cuando no tiene por qué ser así. Para mí, práctico significa escoger el camino más fácil que te lleve a lo que quieres, y en ese camino puedes respetar a los demás hasta donde te permita tu moral, con lo que puedes elegir respetar a todos hasta el final. Y escoger el camino más fácil para ser feliz, ¿no es lo más lícito y seguramente lo más recomendable? Quizá no se entienda así en la sociedad que premia el esfuerzo por encima de todo, pero yo creo que para estar un ratito aquí, cuanto más feliz seas y menos complicaciones gratuitas te añadas, más ganarás. Por supuesto, siempre contando con las dificultades que quieres asumir y las que encontrarás sin buscar, y respetando los principios en los que crees.

Las chicas nos complicamos desde el inicio, vemos lo que no hay, no vemos lo que hay, y le damos hasta la última vuelta de tuerca a todos los conflictos por muy resueltos que estén ya. Lo cuestionamos todo de principio a fin, y nos cuesta conformarnos.

Los chicos saben disfrutar más plenamente de todos los momentos buenos, y reponerse antes al dolor, evitando revolverse en él hasta acabar extenuados, como nosotras. Analizan la realidad sin añadir más subjetividad que la justa. Es sencillo y perfecto a la vez.

Claro que este análisis que hago es personalísimo (casi inconfesable ahora que estoy acabando de escribir, pero bueno), y ya cuento más de dos y tres casos de chicos, o más bien de situaciones, que no se ajustan a este perfil burdo.

En general a mí me fascina ver, con mi mente retorcida de mujer, a través de los ojos de los hombres, para darme cuenta de todo lo que me queda aún por aprender de ellos, y lo que me apetece descubrirlo.

Quizá sea porque siempre me ha resultado más fácil encontrar la empatía con los chicos, en contra de lo que suele ser la norma. Pero eso lo dejo para otro día más inspirado. Muchas gracias a todos.


*Publicado originalmente el 2 de Julio de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

Una de viejos

Como en la canción, el título es sólo eso, tres palabras seguidas, sencillas, que no acaban por tener mucho sentido. Os dejo hoy este videoclip, que tiene un nosequé para mí, me trae muchos momentos lejanos de un plumazo aquí, a mi lado, que parece que se han olvidado, pero no, sólo están durmiendo, esperando que alguien o algo, como ésta canción, les silbe y puedan volver a revolotear a mi alrededor, erizandome la piel con astucia, y dibujándome una sonrisa melancólica por un segundo. Vaya días.

UN BUEN DÍA

Me he despertado casi a las diez
y me he quedado en la cama
más de tres cuartos de hora,
y ha merecido la pena.
Ha entrado el sol por la ventana,
y han brillado en el aire
algunas motas de polvo.
He salido a la ventana
y hacía una estupenda mañana.
He bajado al bar para desayunar
y he leído en el Marca
que se ha lesionado el niñato.
Y no me he acordado de ti
hasta pasado un buen rato.
Luego han venido estos por aquí
y nos hemos bajado
a tomarnos unas cañas,
y me he reído con ellos.
He estado durmiendo hasta las seis
y después he leído
unos tebeos de Spiderman,
que casi no recordaba.
Y he salido de la cama
He puesto la tele y había un partido
y Mendieta ha marcado un gol
realmente increíble.
Y me he puesto triste
un momento justo antes de irme.
Había quedado de nuevo a las diez
y he bajado en la moto
hacia los bares de siempre,
donde quedaba contigo,
y no hacía nada de frío.
He estado con Erik hasta las seis
y nos hemos metido
cuatro millones de rayas.
Y no he vuelto a pensar en ti
hasta que he llegado a casa,
y ya no he podido dormir
como siempre me pasa.

*Publicado originalmente el 14 de Febrero de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

Querido Caín

Hoy me paseo por aquí para recomendaros un libro. Creo que no conozco a nadie que coincida con otro alguien en más de un 50% en gustos literarios, si es que eso se puede medir (porque no existe bookaffinity, ¿verdad?), pero este libro aunque no os apasione no os va a resultar difícil de leer, a nadie le va a resultar infumable. O eso creo.

El autor es Ignacio García-Valiño. Si alguien lee esto que estoy escribiendo y además ha leído mi lista de libros destacados (se me antoja harto complicado que se den las dos circunstancias), verá que ya hay dos libros especiales para mí de este fenómeno. Bueno, sin excederme en halagos: a mí me encanta cómo escribe, cómo describe, lo sencillo que lo hace, pero preciso a la vez, armónico y sugestivo. Yo suelo preferir los libros que son originales en español, porque disfruto mucho más que con algunas traducciones que acaban destrozando buenos libros, y que diciendo lo mismo te aportan la mitad. Además las historias de García-Valiño resultan ser bastante originales, a pesar de que a estas alturas debe ser totalmente imposible encontrar un tema virgen sobre el que hablar en una novela.

De "Querido Caín" prefiero no deciros nada. Para qué crear expectativas distintas a las que uno imagine, si luego no se van a cumplir. O sí. Sólo que a mí me ha sorprendido. Si queréis, podéis echar un vistazo a la reseña. Y si alguien se decide se lo puedo dejar... a ver si os gusta tanto como a mí, y luego me pedís el resto de libros. Por cierto, supongo que será inútil, pero lo dejo caer: si alguien tiene, o ha visto, o sabe dónde conseguir o lo que sea "La caja de música y otros cuentos", de este mismo autor, que me lo diga, por favor.

*Publicado originalmente el 12 de Febrero de 2008, en el espacio Elena y el Trueno*

jueves, 15 de julio de 2010

Cantábrico

Por fin hemos conocido este tramo de costa que tanto nos apetecía. Es la zona de la ría de Mundaka, reserva de Urdaibai, pero dado lo estupendo del tiempo del fin de semana, aprovechamos más la playa que el campo. Habrá que darse una vuelta en otoño para disfrutar también del verde, que promete.

El ambiente de los pueblos que visitamos, inmejorable. Mundaka, capital del surf, se llena de gente venida de todas partes del mundo, a disfrutar de la ola izquierda. Nosotros de surf nada, pero la playa, los bares, los menús del batzoki y las vistas, ya nos cautivaron.

Por otra parte, potear por Bermeo, villa pesquera, tiene su encanto, y si encima coincide con que regresan los remeros de la trainera de Urdaibai, celebrando el triunfo en la regata disputada pocas horas antes, pues además es emocionante.

En fin, que nos ha gustado mucho y nos lo apuntamos para repetir cuando haya ocasión.

San Juan de Gaztelugatxe


La última foto es de la puerta de nuestro hotel. La guía Trotamundos (Guide du Routard) es un clásico referente en cuanto a guías turísticas. Yo me declaro fan número uno, a pesar de no haber leído muchas, por eso me fío de sus recomendaciones. Como veis, era imposible no fijarnos en este hotel. Desde que entramos en su web, supimos que íbamos a dormir allí.

miércoles, 30 de junio de 2010

Muda de piel

Quizá estoy escuchando el sonido de las olas meciendo la barca que he dejado a la deriva mientras mi piel se tuesta bajo el sol, y lo único que hay alrededor es arena y salitre. Puede que esté alojada en el hotel más escandalosamente lujoso de Las Vegas con una maleta repleta de dinero sobre la cama, esperando una llamada de teléfono que nunca se producirá.

Hace mucho calor. Ahora estoy en el parque, dando patadas a un balón, que no se cansa de rebotar contra la pared. Los otros niños juegan en un pequeño estanque que hay en el centro del parque, salpicándose unos a otros. Puedo ver cómo han dejado todas las sandalias y las zapatillas amontonadas junto a un banco. Alguno, incluso, se ha quitado el pantalón. De vez en cuando me miran, cuchichean y se ríen. Al poco rato me marcho a casa. Mi madre abre la puerta. Veo como su sonrisa se torna en un momento en una expresión airada. Me da un cachete y me manda a mi habitación. Allí, repaso mi imagen en el espejo: el pelo empapado de sudor, la camisa abotonada hasta arriba, la pajarita en su sitio, los tirantes exactamente simétricos, los pantalones con vuelta justo por encima de la rodilla, los calcetines de canalé bien estirados, y los zapatos casi inmaculados, excepto por una manchita marrón, sobre un trozo de piel levantada, justo en la puntera del pie derecho.

En este momento soy una inmigrante subsahariana en España, buscando un pueblo en el que me contraten para la vendimia, y así conseguir unas pocas monedas que me proporcionen la certeza de que al menos esta noche mis cuatro hijos no pasarán hambre.

Ahora estoy vestido de civil, tomando un güisqui con hielo, con un codo apoyado en la barra y escrutando el tugurio entre humo y luces rojas de neón, intentando adivinar quién carajo será el tipo al que le pueda sonsacar algo sobre Jesse Brown, el narco que nos trae de cabeza en la comisaría desde hace dos años.

Vivo en Ibiza, en una casa que hemos construido entre todos, con nuestras manos. Es una casita de adobe, en la que tenemos todo lo necesario para vivir. La fresquera está en mi habitación, porque da hacia el norte, y como es poco luminosa, hace menos calor. Cultivamos la tierra y tenemos unas cuantas cabras y algunas gallinas, que nos proporcionan leche y huevos. Ninguno de nosotros come carne. Dedicamos el día completo a ocuparnos de nuestra granja. Si un compañero necesita que le echemos una mano, siempre estamos dispuestos. También fabricamos sandalias de esparto y Vera hace collares y pendientes con cordones de cuero y conchas que encuentra en la playa. Me está enseñando cómo se hacen, y así este verano venderé en los mercadillos, porque necesito dinero para ir a casa a ver a mis padres, a Londres. Al caer la tarde encendemos una hoguera en un cerco de piedras y nos reunimos alrededor después de cenar. Antes de apagarlo y dejar sólo unas brasas, cada uno encendemos una vela que nos ayuda dentro de la casa a encontrar nuestro colchón.

También puede ser que mañana, un hombre finlandés, desconocido para todos, con una gran fortuna, decida repartir todos sus bienes entre las poblaciones más desfavorecidas de África. A la vez, un japonés dueño de varias empresas de telefonía móvil, decide hacer lo mismo con los habitantes pobres de Centroamérica.

La habitación es muy pequeña, sólo hay una cama y una mesilla, y no tiene ventana. Está en penumbra, alimentada por la luz que se cuela por la rendija de la puerta. No sé cómo he llegado aquí. Intento levantarme, pero descubro que estoy atada por las muñecas a una argolla metálica anclada a la pared. Cuando voy a gritar, apenas oigo un susurro, y noto una punzada en la garganta. No tengo voz.

A lo mejor soy una niña de seis años, huérfana, que corre por las calles de una ciudad de la que no sé el nombre, sorteando tiroteos y suplicando para que la siguiente bomba caiga muy lejos de aquí, al otro lado de la ciudad, o en otra región, o mejor fuera de este país convulso por guerras no merecidas.
 
Es posible que yo sea una asesina en serie, de las que se ensaña con sus víctimas, y tengo por costumbre tatuarles una mariposa sobre el pecho, a modo de firma. Si a la policía se le ocurriera señalar en un mapa los domicilios de todas mis víctimas se daría cuenta de que forman la silueta de una mariposa. Que todas ellas compartían la afición de coleccionar mariposas es algo que descubrieron al principio. Igual que mi padrastro, antes de ser ejecutado por el asesinato de mi madre.

Puede que ahora mismo una revolución social contra el cambio climático se esté gestando en lo más profundo de todas las sociedades del mundo. Es posible que contagien a cuantos llega su mensaje, y en poco tiempo, con tenacidad y perseverancia, todos nos concienciemos de que hay que cuidar el planeta. Es posible que en pocos años los índices de contaminación bajen drásticamente, el deshielo de los casquetes polares se detenga y no nos acordemos ya de lo que eran los agujeros en la capa de ozono.

Ahora estoy montada en el asiento trasero de un coche de cristales tintados. Hablo por el móvil mientras envío un documento desde el ordenador portátil. Cambio los zapatos serios que he llevado todo el día por sandalias de tacón de aguja. Me quito la americana y coloco el top por dentro de la falda. Abato el espejo del reposacabezas delantero y me recojo el pelo con tres horquillas de brillantes. Retoco el maquillaje, mientras hablo de nuevo por el móvil y leo los informes por tercera vez. El alcalde no me pillará desprevenida esta vez. Intento poner cara de seguridad frente al espejo. Me convenzo a mí misma. Tras unas cuantas llamadas más, de trabajo de última hora, consigo aplacar los nervios antes de que el coche se detenga a la puerta del restaurante. Veo al alcalde esperando en la entrada, con varias personas de su confianza. Me abren la puerta del coche, pongo el pie decidido sobre el tacón, el tacón sobre la acera. En ese momento me doy cuenta de que no he avisado a Pedro de que no me esperara a cenar. Por quinto día consecutivo. Se me cae el fular. Un mechón de pelo resbala de la horquilla y cuelga caprichoso sobre la espalda. Los informes comienzan a temblar en mis manos.

Quizá en este momento cualquiera de estas cosas pueda suceder. Ahora mismo todo es posible. Porque estoy leyendo un libro.


lunes, 21 de junio de 2010

El Trajecitos

Imagina que acabas de empezar a vivir en un piso nuevo, en una ciudad nueva en la que no conoces a nadie. Imagina entonces que al segundo o tercer día de vivir en tu nueva casa, un día cualquiera por la mañana, aún de noche, en pleno invierno, cuando abres la puerta para salir de casa descubres que uno de tus nuevos vecinos está esperando el ascensor. No pasan muchas cosas por tu cabeza a esas horas de la mañana, pero aciertas a sonreír y dar los buenos días, para causar buena impresión, piensas. El tipo va de traje, tiene bastante más energía que tú, salta a la vista, y te toma el pelo, burlándose de la cara de sueño que llevas, y preguntándote si es que te cuesta madrugar. Te quedas ojiplática. Esa es su forma de darte la bienvenida. Y ese es mi vecino, “El Trajecitos”.

Es bastante peculiar. Lo mismo te gasta bromas en el ascensor como si fuera un chiquillo de 12 años, que se hace el viejo y alaba tu juventud. Igual acelera hasta el portal para subir en el mismo ascensor (por ahorrar luz, supongo), que quiere subir solo con su bicicleta.

Ha protagonizado unas cuantas escenas que para mí son cuando menos extravagantes. Sobre todo porque no hila las conversaciones, te propone esto o aquello, lo que le pasa en el momento por la cabeza, aunque no venga a cuento ni tenga por qué contártelo dentro de un contexto de cordial relación de vecinos. Yo creo que es que le caemos bien todos los habitantes de nuestro piso, menos el perro, al que no hace mucho caso. A nosotros también él nos cae bien.

Un día cualquiera le comentó a mi concubino que era DJ, de rock and roll puro y auténtico, y le dio varios datos para que le buscara en internet y escuchara algo de lo que pinchaba (y también para que viera las fotos, que no tienen desperdicio).

Otra mañana cuando llegaba yo a casa, vaciamos nuestros respectivos buzones y montó conmigo en el ascensor. Entonces, al descubrir que le habían enviado desde América un CD descatalogado de un grupo para mi totalmente desconocido, sufrió tal ataque de euforia, que me dio miedo estar encerrada en un espacio tan pequeño con él. Para recompensarme, me invitó a una sesión en la sala en la que suele pinchar. Yo ese día tenía una boda.

Al escribirlo me estoy percatando de que casi siempre me deja KO a primera hora de la mañana. Está claro que busca mi punto débil. Porque también fue por la mañana, después de dos años de feliz convivencia vecinal, cuando otro día, de nuevo en el ascensor, que es lo único que compartimos aparte de un tabique, me presentó a una adolescente que llevaba varios días acompañándole. -Esta es “Fulanita”, mi hija. Fulanita, ésta es una vecina muy simpática- (no sabemos nuestros nombres). No sé por qué nunca había pensado en esa posibilidad. Un tipo maduro (lo de interesante me lo ahorro, juzgad vosotros mismos), singular, con una novia también peculiar, que tiene un perro (la novia) al que el tipo maduro le desea la muerte, pues no me parecía que pudiera tener tanta vida detrás, y nunca mejor dicho.

Las conversaciones metafísicas que acostumbramos a tener en nuestros encuentros ascensoriles no soy capaz de reproducirlas, porque la mitad de las veces no las entiendo y además muchas son a las 7 de la mañana. Pero son curiosas, os lo aseguro.

La guinda a este pastel sucedió hace pocos días, más o menos un año después de conocer a Fulanita y más menos 11 meses después de que la viéramos por última vez. Una tarde, mientras me dedicaba a la limpieza intensiva del piso, llamaron al timbre. Tardé en reaccionar, a pesar de estar más lúcida que de madrugón, porque casi nunca llaman a la puerta, excepto para vender o robar. Me asomé a la mirilla y vi a un tipo vestido de negro, agachado, con un carro. Estuve por no abrir, pensando que venía a pedir. Pero justo le vi incorporarse y me di cuenta de que era El Trajecitos. Abrí sin más, como buena vecina, y me encontré con la bella estampa: El Trajecitos, con su chupa y su gorra, y una carro, sí, un carrito, de bebé, con una niña rolliza y preciosa. Él me dice de sopetón que venía a presentarnos a su hija. Yo, no sé si embobada por la niña o patidifusa con la noticia, sólo acierto a decir: -pero, ¿de quién es esta niña?-  Me repite, algo contrariado: -¡que es mía!- ((¡Ah, vale! Es que como no sabía nada, no se te ha notado nada la tripa, ni te he visto paseando feliz de la mano de una chica gorda, ni he visto meter en tu apartamento muebles lacados en blanco con una cuna de esas que se estiran, ni compartes el ascensor más que con nosotros, ni he visto en tu buzón la revista de Ser Padre, cómo iba a pensar que estabas a punto de ser Papá, a tus cuarenta y… Todo esto no se lo dije)). Le hice cuatro cumplidos sobre la niña que además eran ciertos, ella me sonrió infinito, y él, creo que contento, se metió en el ascensor, le dio al 0 y dijo: -se la voy a devolver a su madre.

Éste es El Trajecitos. Y nunca lleva traje.

jueves, 20 de mayo de 2010

Otra vez el gusanillo

Feliz de volver a caminar hasta aburrirme, aunque nunca me aburro.
Una foto del paseo del Domingo y otra del paseo del Martes demuestran que es imposible comparar Cantabria con la Sierra Cantabria, a pesar de llevar el mismo nombre. ¿Eres capaz de elegir? Yo no.

Falda del Liguardi, Brañavieja al fondo.

Bonete de San Tirso.

viernes, 14 de mayo de 2010

Limbo

Suelo decir que algo, un plan o alguna cosa, se ha ido “al limbo” cuando se pierde por el horizonte y ya no soy capaz de distinguirlo. Cuando lo pierdo de vista, sí, pero además tengo una confianza infinita en que vuelva a aparecer, antes o después. Es decir que por ahora no está, pero en su lugar queda la esperanza de que no esté perdido del todo, y lo vuelva a recuperar.
 
No sé de dónde he sacado esa expresión, que es totalmente errónea (podéis consultarlo aquí), a no ser que consideremos esas cosas como almas que esperan su redención.
 
Mi particular limbo está bastante lleno a ratos, y otras veces muy vacío. Que el limbo esté vacío en principio es una satisfacción, pero también conlleva el no tener que esperar que aparezca nada en particular. La sensación de tener algo pendiente, algo especial que esperar, es reconfortante, porque sabes que la ilusión de recuperarlo será mayor tras el largo tiempo que has aguardado. Ahora mismo el limbo no está muy lleno, sólo a medio camino entre la ilusión de recuperar y la tristeza de perder.
 
Quizá publicando la lista alguien me pueda ayudar, indicarme dónde buscar, o dónde permanecer acechando pacientemente a que aparezcan y resurjan las siguientes cosas. Allá vamos:
 
- Tengo en este limbo un pendiente que perdí hace un mes o poco más. Para mí era del par más bonito que tenía, o igual el más nostálgico, porque entre 70 pares es difícil hacer comparaciones. Los compré en Italia en Abril del 98. Odio perder pendientes, y no es frecuente, pero éste es el que más me ha dolido, con diferencia.

- Un mandala, del que ya conté la historia.

- Un amigo y medio de otro; esto es más complejo, las distancias (de todo tipo) suelen complicar las cosas.

- Tengo un antiviaje por hacer, con el 10 de la Naranja Mecánica F.C., aplazado infinitamente porque aún no ha llegado el momento de desaprovechar el tiempo; el antiviaje representa todo aquello que no me suele gustar al planear unas vacaciones, pero yo qué sé, me apetece ir con él por una vez así. Qué le vamos a hacer: me gustaría ir una semana a no hacer nada a una isla (Lanzarote estaría bien), a un hotel con pensión completa y sin nada que hacer más que ir a la playa, pasear, comer, dormir, etc. (etcétera, quiero decir). No creo que aguantáramos más de 2 días en ese plan, por eso escojo Lanzarote, porque debe de ser preciosa, para conocerla.

- Un picnic, una merienda con manta de cuadros y cesta de mimbre, también sabéis la historia.

- Tengo muchas rutas por el monte en el limbo, por lo mala que ha sido esta temporada en todos los aspectos (está siendo), y cada vez que hacíamos un plan veíamos desde el sofá cómo se iba al traste en pocos minutos. La frase más repetida ha sido: a ver si el año que viene… Pues eso, el año que viene las rescataremos del limbo.

- Un libro que no encuentro, y que encima fue un regalo. Desde entonces siempre pongo mi nombre en los libros, para que no haya líos. “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera (¡lo siento!).

- También tengo una excursión a Pirineos mil veces planeada, de esas de pegarse palizas a andar durante varios días, y volver exhaustos a casa, pero con una sonrisa difícil de borrar incluso mientras duermes.

- Tengo una cinta de música que presté y no sé si me devolvieron o no, pero no aparece. Realmente ahora me da igual, pero durante un tiempo me volví loca buscándola, debía de ser importante en mi vida (en mi vida anterior). Ahí va la confesión: B.S.O. de Grease.

- Un toro de peluche de esos rellenos de arena, antiestrés, que llevaba en la bandeja de La Leona, y en una mudanza desapareció. Pero en cualquier momento asomará entre algunas cajas, o bajo el asiento del coche.

Y basta ya por hoy. Me quedan en el tintero algún que otro objeto y algún que otro propósito que por más que se planee nunca sale, pero los guardo para mis confesores más íntimos.

Si veis alguna de las cosas de mi limbo vagando por ahí, por favor, avisadme inmediatamente.