viernes, 12 de febrero de 2010

Uno más uno

Hace bastante tiempo que empezó esta historia, que como todas, ha tenido buenos y malos momentos, aunque el sabor que deja el camino recorrido hasta ahora es muy bueno.
Procuro mirar poco hacia atrás para impedir que el pasado no me deje avanzar, pero casi todo lo que he vivido en general está bajo el manto de la felicidad; he tenido la suerte de no pasar muchos malos momentos, y eso sí creo que es bueno recordarlo de vez en cuando, para que no hagamos un mundo de cualquier contratiempo, y nos alegremos de la fortuna que tenemos.
El caso es que empiezo a darme cuenta de que muchas de las escenas que recuerdo están ligadas a ti, y ya pronto superará el tiempo que llevamos conociéndonos al tiempo en que éramos dos extraños.
Y es que esta historia, a pesar de ser como todas las demás, a nosotros siempre nos ha parecido especial. Por eso siento emoción por todo lo que hemos vivido, y por cómo nos hemos construido. Es difícil que dos personas se acomoden, a pesar de que se quieran, pero a nosotros nos ha resultado fácil, natural, espontáneo, igual porque apenas hemos tenido que sacrificar cosas en el camino.
Quizá nos ha parecido sencillo porque ninguno de los dos ha querido renunciar a sí mismo para ser para el otro, aunque sea imposible decir que no hemos cambiado en nada. Quizá porque, aunque me costara años darme cuenta, fue en el momento en el que nos conocimos cuando supe que engranábamos casi a la perfección. Podemos estar felices porque ha pasado mucho tiempo y las ruedas giran como al principio. Y aunque ya no es el tiempo de las prisas (por vernos, por vivir juntos), cada día descubrimos algo nuevo y mantenemos intacta la ilusión de que sea así.
Estamos contentos de ser como somos, contentos con los hilos que hemos trenzado. No necesitamos que me lleves de la cintura a todas horas como si me enarbolaras, no queremos que me protejas de nada, ni tampoco que yo te organice tus cosas. No pedimos al otro que haga aquello que no quiere si no es necesario, ¿para qué obligar continuamente si eso nos acaba desgastando? No necesito que te quedes en casa para poder desmelenarme; no necesitas que yo salga para poder controlarte. No nos gustan los pastelosos sanvalentines, ni tampoco las autofotos, que acaban reflejando en mil escenas una sola, aunque nos da rabia que, tras 14 años, sólo podamos juntar cuatro o cinco fotos en las que salimos los dos. Y además nos gusta que después de medio año algunos compañeros de clase no sepan ni que nos conocemos.
Así somos, y debe ser algo raro, porque así es como cuatro insensatos piensan que apenas nos queremos. Aunque muchos no lo crean, encajamos, y no necesitamos de ninguna de esas cosas para reafirmar nuestra conciencia de pareja.
Con saber que estoy aquí, con saber que tú también estás, con compartir todo este tiempo, sin ruido, con hacer muchas cimas juntos y muchas otras separados, con cada roce de mejilla, cada hueco pareado en el sofá, y además con cada una de las personas de nuestras familias, de nuestros amigos, que somos capaces de disfrutar para enriquecernos y crecer sin la escueta visión de dos, es con lo que construimos nuestro lugar, pues sin ellos no seríamos nosotros.
Desde el principio pensamos que nuestra historia es especial, y aunque sea como todas las demás, sólo el hecho de creerlo nos hace sentir más vivos e ilusionados por recorrer el resto del sendero.