jueves, 20 de mayo de 2010

Otra vez el gusanillo

Feliz de volver a caminar hasta aburrirme, aunque nunca me aburro.
Una foto del paseo del Domingo y otra del paseo del Martes demuestran que es imposible comparar Cantabria con la Sierra Cantabria, a pesar de llevar el mismo nombre. ¿Eres capaz de elegir? Yo no.

Falda del Liguardi, Brañavieja al fondo.

Bonete de San Tirso.

viernes, 14 de mayo de 2010

Limbo

Suelo decir que algo, un plan o alguna cosa, se ha ido “al limbo” cuando se pierde por el horizonte y ya no soy capaz de distinguirlo. Cuando lo pierdo de vista, sí, pero además tengo una confianza infinita en que vuelva a aparecer, antes o después. Es decir que por ahora no está, pero en su lugar queda la esperanza de que no esté perdido del todo, y lo vuelva a recuperar.
 
No sé de dónde he sacado esa expresión, que es totalmente errónea (podéis consultarlo aquí), a no ser que consideremos esas cosas como almas que esperan su redención.
 
Mi particular limbo está bastante lleno a ratos, y otras veces muy vacío. Que el limbo esté vacío en principio es una satisfacción, pero también conlleva el no tener que esperar que aparezca nada en particular. La sensación de tener algo pendiente, algo especial que esperar, es reconfortante, porque sabes que la ilusión de recuperarlo será mayor tras el largo tiempo que has aguardado. Ahora mismo el limbo no está muy lleno, sólo a medio camino entre la ilusión de recuperar y la tristeza de perder.
 
Quizá publicando la lista alguien me pueda ayudar, indicarme dónde buscar, o dónde permanecer acechando pacientemente a que aparezcan y resurjan las siguientes cosas. Allá vamos:
 
- Tengo en este limbo un pendiente que perdí hace un mes o poco más. Para mí era del par más bonito que tenía, o igual el más nostálgico, porque entre 70 pares es difícil hacer comparaciones. Los compré en Italia en Abril del 98. Odio perder pendientes, y no es frecuente, pero éste es el que más me ha dolido, con diferencia.

- Un mandala, del que ya conté la historia.

- Un amigo y medio de otro; esto es más complejo, las distancias (de todo tipo) suelen complicar las cosas.

- Tengo un antiviaje por hacer, con el 10 de la Naranja Mecánica F.C., aplazado infinitamente porque aún no ha llegado el momento de desaprovechar el tiempo; el antiviaje representa todo aquello que no me suele gustar al planear unas vacaciones, pero yo qué sé, me apetece ir con él por una vez así. Qué le vamos a hacer: me gustaría ir una semana a no hacer nada a una isla (Lanzarote estaría bien), a un hotel con pensión completa y sin nada que hacer más que ir a la playa, pasear, comer, dormir, etc. (etcétera, quiero decir). No creo que aguantáramos más de 2 días en ese plan, por eso escojo Lanzarote, porque debe de ser preciosa, para conocerla.

- Un picnic, una merienda con manta de cuadros y cesta de mimbre, también sabéis la historia.

- Tengo muchas rutas por el monte en el limbo, por lo mala que ha sido esta temporada en todos los aspectos (está siendo), y cada vez que hacíamos un plan veíamos desde el sofá cómo se iba al traste en pocos minutos. La frase más repetida ha sido: a ver si el año que viene… Pues eso, el año que viene las rescataremos del limbo.

- Un libro que no encuentro, y que encima fue un regalo. Desde entonces siempre pongo mi nombre en los libros, para que no haya líos. “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera (¡lo siento!).

- También tengo una excursión a Pirineos mil veces planeada, de esas de pegarse palizas a andar durante varios días, y volver exhaustos a casa, pero con una sonrisa difícil de borrar incluso mientras duermes.

- Tengo una cinta de música que presté y no sé si me devolvieron o no, pero no aparece. Realmente ahora me da igual, pero durante un tiempo me volví loca buscándola, debía de ser importante en mi vida (en mi vida anterior). Ahí va la confesión: B.S.O. de Grease.

- Un toro de peluche de esos rellenos de arena, antiestrés, que llevaba en la bandeja de La Leona, y en una mudanza desapareció. Pero en cualquier momento asomará entre algunas cajas, o bajo el asiento del coche.

Y basta ya por hoy. Me quedan en el tintero algún que otro objeto y algún que otro propósito que por más que se planee nunca sale, pero los guardo para mis confesores más íntimos.

Si veis alguna de las cosas de mi limbo vagando por ahí, por favor, avisadme inmediatamente.

jueves, 6 de mayo de 2010

Entre fogones

En mí se hace cierto el dicho de que comer es un placer. Disfruto con la comida, y pienso que hay poca gente que no lo hace.

Supongo que será así desde siempre. No recuerdo haber tenido épocas de mal comer, excepto durante algunos momentos duros y estresantes en los que se me cierra el estómago y no entra ni la tortilla de patatas de mi madre, que es entonces cuando reconozco que estoy hecha un trapo.

Desde hace unos años además disfruto con la cocina. La verdad es que en casa, antes de salir fuera a estudiar, no le había prestado mucha atención. Sabía freír un huevo, un filete, hacer macarrones, arroz y poco más. Pero desde que empecé a tener que hacerme yo la comida, descubrí un mundo apasionante, que me atrae muchísimo, aunque he de reconocer que también a veces me da pereza enfrascarme en una receta nueva.

Poco a poco he ido aprendiendo cosas nuevas, incorporando trucos y consejos, pero siempre con la base de la cocina de mi madre, y con unas recetas suyas que copié en una libreta antes de marcharme a León. Luego algunas se han transformado en documentos de Word y otras se han esfumado, porque allí figuraban recetas de cremas, lentejas o pisto, ya tan trilladas que pertenecen a la memoria, y son los platos que me quedan increíblemente parecidos a los de mi madre.

Con este fondo de cocina empecé entre los fogones, con mejor o peor resultado según las ocasiones, experimentando con la veterinaria palentina primero, y luego con el buencomer y el buenhacer del aprendiz de Arguiñano.

Y en estos últimos tiempos no puedo dejar de reconocer la ayuda y el ánimo que suponen para mí los blogs de cocina. Entre los muchos que visito, mis favoritos e incondicionales son los dos que hay en la lista de blogs. Me gusta Pasen y Degusten porque explica cada paso minuciosamente, y porque tiene repostería y muchos postres originales y fáciles. En Webos Fritos encuentro platos más elaborados, con combinaciones inverosímiles de ingredientes, fotos que me cautivan, y sobre todo me encanta porque me ha metido el gusanillo del pan, y todavía me sorprende todo lo que nos puede llegar a gustar la mezcla de harina, agua, levadura y sal.

Para ser una buena cocinera me falta muchísima práctica, y a las pruebas me remito, que cargo a mis espaldas bastantes fracasos sonados, pero no pierdo la ilusión y sigo mezclando como me apetece, para de vez en cuando descubrir sabores imposibles, ricos, ricos.
Las fotos son de los panes que he hecho siguiendo las recetas de Su de Webos Fritos, y del batido de fresa de María José de Pasen y Degusten, porque aunque he hecho muchos de sus postres, no tengo imágenes.