domingo, 24 de enero de 2010

¿No estás en Facebook? No tienes vida social.

El jueves pasado encontré el argumento definitivo: según un estudio realizado en Gran Bretaña, en el 20% de los divorcios se alegan causas que tienen que ver con el uso de Facebook.

Esto viene a confirmar mi sospecha de que la gran mayoría de la gente se registra en las redes sociales para ligar. Quizá muchos no conscientemente, quizá otros sólo por jugar, pero muchos, muchos, lo hacen por conocer gente con la que poder tener algún tipo de relación. Vale, ya sé que es una afirmación simplista, y además una generalización, que, como tal, seguro que no es cierta, pero esa es la impresión que me ha dado siempre.

Por otra parte, también soy consciente de que las nuevas tecnologías nos acaban envolviendo a todos, queramos o no, y en poco tiempo pasan a formar parte de nuestra vida como si hubieran existido desde siempre. Todos tenemos al menos un teléfono móvil (y recuerdo algún discurso sobre la malignidad de las ondas mil veces repetido por alguna chica a la que ahora no hay quien la despegue de su celular), ya no nos sorprendemos de ver a alguien sentado en un parque con un ordenador portátil, ni de que los niños no repitan infinitamente en los viajes en coche eso de “¿cuándo llegamos?” porque están entretenidos viendo “Nemo”.

Así que las novedades que nos alcanza internet no serán menos, y acabaré yo también sucumbiendo a sus encantos, seguro, aunque ahora no sea capaz de ver las ventajas que ofrecen estas redes sociales (tampoco me pareció un gran invento el correo electrónico, y ahora lo utilizo cada día, y no para enviar presentaciones de power-point).

Debo decir de todas formas que hablo desde la más absoluta ignorancia sobre el uso diario que puede tener Facebook, en este caso. Mi registro en la red hace unos meses duró aproximadamente 40 minutos: no me pareció fácil de utilizar (soy un poco zopenca), y no me gustó lo que allí vi, algunas evidencias personales, hasta cierto punto impúdicas, que creo que yo no tengo por qué ver ni leer. Me pareció un escaparate de vidas privadas que dejan de serlo en un suspiro, y una fácil manera de saciar ese lado indiscreto y morboso que a todos se nos despierta alguna vez, pero que sería más sano dejar dormido todo el año. (Repito que es lo que descubrí en unos pocos minutos, que no me di tiempo para encontrar el lado positivo, que seguro tiene para arrastrar a tantas personas).

Pero esto me lleva a una reflexión importante: ¿acaso no desnudo yo mi alma bastante más en este sitio, tan íntimo, tan personal? Es posible que sí. Meditaré sobre ello. Mientras tanto, dejo la puerta abierta para que lancéis vuestras opiniones, usuarios y no usuarios de las redes sociales.

Estuve muy tentada de registrarme en Facebook cuando Mara Torres lo utilizaba para avisar a sus seguidores de la hora exacta de comienzo de su telediario. Ahora ya no es necesario. ¡Cómo me gusta esa chica!

1 comentario:

Borf dijo...

Yo en los ultimos tres meses he estado varias veces tentado de registrarme. Al final uso la cuenta de otra persona para saciar mi ansia de cotilleo durante 10 o 15 minutos y me ovlido de ello hasta otro rato que me aburra mucho...