viernes, 15 de octubre de 2010

Eterna Carmen

Él, lleno de ardor y desprecio, pensaba en el final. Como no podía mover ni un solo músculo, pasaba esos días relamiéndose con la escena que había preparado. Su hermano, más solícito que nunca, revoloteaba sin descanso, le sonreía, le plantaba besos intangibles en la mejilla. A veces susurraba números y cábalas. Pero él sólo veía una imagen: la fiesta municipal, y su hermano en aquella esquina oscura con Carmen, su eterna Carmen.
Regalaría con gusto el pase al paraíso por poder ver su cara ante el fastuoso funeral, con la caballería, el orfeón y el horripilante ataúd de marfil blanco y diamantes incrustados que decían: me lo gasté todo.

Semana 19 del concurso de relatos en cadena. Escuela de Escritores - Cadena SER

*Publicado originalmente el 12 de Febrero de 2009, en el espacio Elena y el Trueno*

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